Atenas

                                                                                                                     A Emmanuel                      

Atenas es una ciudad cuya historia le pesa más que su presente. Actualmente se encuentra en la difícil posición de ejercer como capital de un país en plena crisis, ya no solo económica sino total. Y por esa exacta posición sufre en mayor medida que el resto del país e incluso con una manera distinta.
Atenas no es una ciudad, sino varias. Eso también revela su nombre en otros idiomas. Aunque para los griegos es simplemente Azína, con un acento solo que la diferencie de la diosa Aziná (Atenea). Como en muchas cosas relacionadas con el país heleno, son los extranjeros los que a menudo mejor consiguen definir nuestras características.

Así que Atenas.

Muchas Atenas.

Atenas, la del turista, que viene desde lugares del mundo lejanos o cercanos para cumplir su especial peregrinación a la cuna de la civilización. Y se queda asombrado delante de la grandeza de las “piedras” que han resistido durante siglos los cambios, la evolución, la constante destrucción del mundo. Buscan lo más cercano al Eterno para equilibrar su vida efímera. Sus ojos chupan las lineas geométricas, las sombras, la persistencia. Se mezclan por un rato con los pasos de Sokrates y su gente. Y llenan sus cámaras fotográficas con imagenes en mega bytes para disfrutar cuando ya estarán lejos de aquí.

Atenas, la del inmigrante que sin lógica se denomina ilegal, viene también de lejos pero con una manera distinta de “peregrinar”. El busca su propia vida y Atenas le sirve como paso, la primera ciudad europea desde el este. Se esconde en sus partes más intimas, evita las piedras antiguas y se tropieza con las nuevas. Cuando se da cuenta que a lo mejor su sueño acaba aquí, reacciona. O lo intenta. Le pegan y pega el también. Le explotan. No sé si llega a explotar el también. Su Atenas es una ciudad sucia, llena de mafias, sin dignidad. La vive en su oscuridad, de cabo de basura a cabo de basura, para recoger lo que se puede vender. La vive en habitaciones diminutas, en celdas, sin privacidad, sin nada que el mundo burgués considera normal. Si tiene suerte conseguirá una manera para irse lejos de aquí.
 


Atenas, la del joven, estudiante, alternativo, artista, soñador. El normalmente no viene de lejos. Esta por el centro. Cuando le nombras barrios el piensa en bares y cafés, en gente con la que compartió esto o lo otro, en calles, en alcohol, en cigarros. Conoce Exarchia y Petralona. Ahora conoce también Gazi y la Plaza de Santa Irene. Recorre el centro entre un concierto y una sala de cine. Sabe donde ha aparecido un nuevo graffiti. Ha visto coches incendiados y peleas en las calles. La vida bohemia de la ciudad. Participa en conversaciones políticas y quiere ser libre. Esta por aquí hasta que un trabajo, una mujer, un niño le lleva a otro barrio por una vida más sana lejos de aquí.

Atenas, la del drogadicto, el no se acuerda de donde viene. La idea de su adicción se basa precisamente en eso, perderse en el camino. Esta por los barrios más oscuros del centro compartiendo horas con inmigrantes o estudiantes. Lo que ocurre es que luego no se acuerda de nada. No tiene limites porque su adicción se los ha quitado. “Disfruta” la ciudad solo en el presente. No le preocupan las piedras o los monumentos que están por todas partes, solo busca un sitio para pincharse. Pide dinero o incluso roba. Ha batido al Eterno, con la gloria del efímero absoluto. Uno de esos días ya estará definitivamente lejos de aquí.

Atenas, la del policía especial, el vino de su pueblo, de su barrio, de donde sea. Hay dos de esos, el que le convencieron que tendrá un sueldo seguro y fijo sin muchas exigencias y el otro. El otro es el monstruo en uniforme. El que buscaba una salida para su instinto violento y cruel y la encontró en las fuerzas especiales (MAT). Cuando más joven mejor, cuando menos educado mejor. En un día normal, conoce las esquinas de las calles céntricas más que a la palma de su mano. En un día de huelga, de manifestaciones o de votación al congreso su adrenalina sube al máximo. Tiene la oportunidad de atacar, de tirar piedras, de insultar, de hacer uso de gases lacrimógenos (con fecha expirada incluso) y su mayor éxito es si pilla alguien para pegarle con más brutalidad posible. Entonces se siente realizado. Grande. Fuerte. Si quita el uniforme y deja la porra no es nadie. Por eso se esconde lejos de aquí.

Atenas, la del trabajador que por su trabajo solo y sin ganas apenas pasa por aquí. Por que su oficina sigue aquí, porque la tienda donde trabaja (y todavía queda abierta) esta aquí o porque cruza la ciudad sin tener otra manera de llegar a su trabajo. Se esconde en la multitud que sale de la estación del metro. Sigue el ejercito en las grandes avenidas sin mirar nadie a los ojos. Prefiere no estar aquí, tiene miedo, sueña con sitios más tranquilos, con menos trafico y más zonas verdes. Mira el reloj para ver cuando llega la hora para irse lejos de aquí.
Cada cual y su Atenas.
 
 

Me pregunto si hay una también para mi. Creo que ya no. He pasado años fuera y solo la llevo como un recuerdo. Veo las mismas calles (con más graffiti ahora) las mismas esquinas que alguna ven me enamoré o me emborraché. Pero no es la misma que entonces. Quizás porque yo no soy la misma que entonces. Pero eso no es malo. Tengo ganas de descubrirla de nuevo. De conocerla como si nunca nos habíamos encontrado. De ver si la puedo amar otra vez. De ver si perdonara mi amor por otras ciudades. Tengo ganas de recorrerla con nuevos amigos y ver si de verdad tiene algo escondido para mi, para que esta vez no me vaya lejos de aquí.



 

5 comentarios:

  1. Me ha encantado tu retrato de estas Atenas en plural que se entremezclan y se confunden... y, como si estuvieran imantadas, no te dejan marchar.

    Te dejo el link a otro retrato, el de un español varado en Kukaki, que se resiste a abandonar el barco: http://atenasmovedizas.blogspot.com.es/2010/12/luces-de-bohemia.html

    Veo que tu blog acaba de nacer. Καλοτάξιδο! :-)

    ResponderEliminar
  2. Gracias Miguelάκο!
    Encantada de recibirte por aquí...
    (ya he visto tu blog y lo voy a seguir!)

    nos vemos en el camino!

    ResponderEliminar
  3. Querida Jana:

    Mil gracias por la dedicatoria de este excelente artículo. Sabes que lo leí en Atenas, dificultosamente, a través del teléfono móvil; pero he querido dejarte mi comentario una vez regresado a casa, con el corazón y el alma llenos de contradicciones provocadas por esa Atenas poliédrica que tan magníficamente has retratado.

    ¿Sabes? He sido durante algunos años el turista que se acercaba a Atenas para admirar esas "piedras", tan maltratadas ya por los años y la historia. Pero ya desde mi primer encuentro con tu ciudad sentí la necesidad de profundizar un poco más, de conocer a las gentes que vivían arracimadas junto a esa corona maltrecha y sin rubíes que es la Acrópolis... De pronto, comenzaron a interesarme menos las "piedras" y más las personas y las almas que pululan cada día en ese caos asfixiante y maravilloso. Hice amigos y en cierto momento sentí la necesidad de ser un ateniense más y, por tanto, de convertirme en un inmigrante (seguramente con una fortuna mejor que la mayoría de esos que, como bien dices, son denominados "ilegales" sin lógica ninguna). Solamente la llegada de esa "crisis" tan siniestramente diseñada consiguió echarme hacia atrás.

    Y te aseguro que durante estos días que acabo de pasar en Atenas no he ignorado ninguno de esos aspectos de la ciudad a los que has hecho referencia. No solamente guardo en el corazón los buenos momentos vividos junto a los amigos o los lugares donde lo he pasado bien. Hay miradas que nunca olvidaré: las de la gente, triste y con estrés, en los autobuses y en el metro; las de aquellos a quienes no les quedaba otra que callejear en busca de unos malditos euros que les permitieran sobrevivir un día más. Me traigo también la mirada limpia y esperanzadora de un puñado de jóvenes que, lejos de permanecer indiferentes ante todo lo que está ocurriendo, salieron a la calle a gritar por la dignidad de los trabajadores y en contra de ese nuevo cáncer de la sociedad griega que es el neonazismo puro y duro. Y fue entonces, en el momento en que tuve la oportunidad de unir mi grito al suyo, cuando encontré la luz que había ido a buscar a tu ciudad, a mi ciudad, a Atenas.



    Mil gracias por todo y una enorme abrazo.

    ResponderEliminar
  4. "Así es, los recuerdos nos atan al futuro, porque sólo la memoria tiene capacidad para hacerse presente y negociar con nuestros zapatos. Cuando vigilamos el pasado con un ojo, el otro no se duerme y mira hacia el porvenir. Todo regreso es una justificación de lo que está por delante, de lo que nos define y nos interroga desde el tiempo que aún no hemos vivido (...) Recordar es como atarse los zapatos al inicio de un camino, y cualquier día, por viejo que sea, es un camino".

    Luis García Montero
    "Una forma de resistencia"

    Gracias a ti, por traer tus regalos a esta ciudad!
    Que el camino se llene con más luz...
    Un abrazo!

    ResponderEliminar